domingo, 5 de junio de 2016

¿Qué es el optimismo?

Me gustaría definir el optimismo con este ejemplo:

La palabra crisis en coreano se escribe con dos caracteres chinos. El primero tiene un significado “riesgo”, y el segundo se interpreta como la oportunidad.

O sea, una crisis o problema siempre trae ligado las dos caras de la moneda. Un optimista, una persona emprendedora considerará un problema con la cara de la oportunidad y dará lo mejor de sí.

Puede experimentar temor y considerará los riesgos, pero actúa, lo que es mejor en todo caso.

Un pesimista considerará un problema con la cara del temor e incluso puede que no intente nada.

En alguna ocasión, un maestro de la Universidad nos decía que le preguntó a su hermano: “¿Cómo le haces para tener novias tan guapas? Muy sencillo –respondió él- dile a 100 guapas y una cuando menos te va a decir que sí”.

No hay nada malo en no tener éxito: si no logramos lo que nos proponemos, es porque nos espera algo mejor todavía: una mejor pareja, un mejor trabajo ¡en fin!

Y por otra parte, el temor no tiene sentido ¿por que? Así está diseñada la vida.

Imaginate al papá pez diciéndole a su bebé pez: “Mira hijito, el mundo ideal es aquel en que el que las aguas están tranquilas, no hay tiburones, no hay nadie que te vaya a comer, puedes disfrutar de la vida…

Pero las cosas en la actualidad no son así ¡el mundo acuático está muy loco! Así que cuidado, no salgas del escondrijo porque… ¡te puede pasar algo!”.

Tú como ser humano, entiendes de forma natural que la vida de un pez es peligrosa… ¡y consideras que el pez papá le diga al pez hijo semejantes cosas son un disparate! La vida acuática está diseñada así…


O imagínate a la mamá gorrión diciéndole a su gorrioncito bebé: “Mira, el mundo ideal es aquel en el que puedes volar, comer tus gusanitos, regresar a casa y volar bien rico cuando te plazca… pero el mundo aéreo, está muy loco… tienes que cuidarte de las águilas… ¡hasta de chocar con los aviones! Por eso mejor no salgas del nido muy seguido… ¡y no te arriesgues!”.

Tú como ser humano, entiendes de forma natural que la vida de un gorrión es peligrosa… ¡y consideras que la gorrión mamá le diga al gorrioncito bebé es un disparate! La vida aérea está diseñada así…

Sin embargo, el bebé gorrión llegará a crecer y disfrutar de la belleza del aire. Sí, con todos sus peligros, la emoción de volar por todo lo ancho del mundo, no se va a comparar en absoluto con renunciar a su derecho, a su naturaleza de abrir sus alas ¡y volar! ¡y emocionarse con la vida!

Si renunciara al don que Dios le dio, el gorrioncito lo sentiría en su interior, y si no escuchara su vocecita que le reclama cumplir su naturaleza, para lo que fue diseñado por el Creador… se sentiría deprimido, triste… no feliz.

Y solo tiene dos opciones… arriesgarse y descubrir la belleza de la vida, de la aventura… o callar esa voz, pero el espíritu del pequeño gorrión le va a gritar… le va a dar dolores de cabeza, enfermedades… como diciéndole “¡o me haces caso o me haces caso! ¡vuela!”.

¿Conoces personas que se la pasan enfermas todo el tiempo? ¿Qué parecen farmacias ambulantes? Observarás que su mentalidad no es positiva… critican demasiado… y se lamentan de todo.

Y el no escuchar su vocecita interna, es lo que les ha orillado a eso. Las enfermedades del cuerpo frecuentemente son reflejo y gritos de la infelicidad del espíritu y es la forma en que muestra su descontento ¿de que otra forma quieres que tu espíritu te grite?

Por supuesto, esas personas lo van a negar y tachar de disparate.

Pero es real. Como para el gorrioncito.

Recuerda que Jesucristo dijo acerca de su padre, que EL se preocupa y alimenta a su creación “mira los lirios del campo, ellos no siembran ni hilan, pero en verdad les digo que ni siquiera el sabio rey Salomón en su mayor gloria se vistió tan bellamente como uno de esos lirios”.

Por eso, el optimismo en parte, es creer en tu naturaleza espiritual, y que en el momento en que te arrojes a los brazos de Dios y confíes en él, arriesgándote, el te proveera de lo necesario y tu camino se hará más claro.

Cuando cifres en otras personas, o en razonamientos de tu cabeza, la razón de tu optimismo ¡así no funciona! Tienes que arrojarte en los brazos de Dios, buscarlo en tu corazón, en el silencio de tu alma…

Y es, en ese silencio, libre de razonamientos y tuyos y de otras personas, que tu espíritu que conoce de su realeza, va a salir radiante… poderoso, a darte la energía y valor que necesitas.

A mi mismo no me es fácil seguir mis propios consejos. Pero se, que en las innumerables veces que he buscado a Dios y a mi ser en mi corazón… he tenido respuestas.

Reconozco que muchas veces que he recurrido a Dios… es cuando mi cabeza y mis razonamientos me han hecho sentir muy mal… no al grado de enfermedades, pero sí en sensaciones internas de insatisfacción, de que no encuentro la salida, no se que decisiones tomar, si seguir a mi cabeza… o escuchar a mi corazón y los problemas se vienen en diluvio…

Es entonces cuando me rindo a mi Dios y Padre, y en las noches acostado dialogo con EL en secreto y le pido protección y guía…

O en las noches, camino, miro hacia las estrellas, y encuentro la luna, las nubes, la inmensidad… y un profundo respiro… un silencio en admirar la belleza del firmamento… y mi silencio interior ¡Ah y que delicioso siento escuchar mi voz interior en esos momentos!

En verdad que cuando miro el firmamento me lleno el alma y me digo: “Después de admirar la belleza de la inmensidad… ya nada mas me importa ¿que puede importar más que estos bellos momentos?

¿Qué importa más que mirar la belleza del cielo, su pureza, su inmensidad?” y es cuando recobro la serenidad interior, la fe, la esperanza… ¡y mágicamente recibo las respuestas!

No me es fácil confiar en arrojarme a los brazos de Dios siempre… pero creeme, es lo único que funciona.

Nada más.

Si fundamentas tu optimismo en tu fe en Dios, te garantizo que nunca quedarás decepcionado, y que si no obtienes lo que quieres, es porque Dios, en su sabiduría, te ha mandado por otro camino que te dará más satisfacciones aún.

¡Suerte!

No hay comentarios.:

Publicar un comentario